El incombustible vocalista y guitarrista asturiano fallece a los 70 años tras una batalla contra el cáncer que le obligó a bajarse de los escenarios el pasado septiembre.
La guitarra más afilada y la lengua más viperina del rock nacional se han apagado hoy. Jorge Martínez, el alma indómita, el corazón blindado y la voz de mando al frente de Ilegales, ha fallecido este martes a los 70 años de edad, según han confirmado medios como El País y la radiotelevisión del Principado de Asturias (RTPA).
La noticia, aunque temida desde que el músico anunciara el cese indefinido de su actividad el pasado septiembre debido a un cáncer, cae hoy como un mazazo de realidad sobre una escena musical que pierde a uno de sus referentes más auténticos y, paradójicamente, más vitalistas. Jorge no era solo un músico; era una actitud hecha carne, un superviviente que parecía haber pactado con el diablo para mantenerse «joven y arrogante» eternamente.
El adiós del ‘Ilegal’ mayor
El final ha llegado tras meses de lucha. Apenas han pasado tres meses desde aquel comunicado que nadie quería leer: «Hoy más que nunca es momento de poner la salud por delante de todo», rezaba el texto que cancelaba la gira de su último trabajo. Conocido por su estoicismo y su rechazo a la autocompasión, Martínez enfrentó la enfermedad con la misma discreción y fiereza con la que despachaba a los intrusos en su camerino.
Un legado de tiempos nuevos y tiempos salvajes
Nacido en Avilés, Jorge Martínez fundó Ilegales a principios de los 80, irrumpiendo en la escena de la Movida con una propuesta que se alejaba del pop colorista para abrazar un rock and roll crudo, acelerado y literariamente ácido. Mientras otros cantaban a la frivolidad, Jorge cantaba a la violencia callejera, a los delincuentes y a la realidad social con una lucidez que asustaba.
Discos como ‘Ilegales’ (1982) o ‘Agotados de esperar el fin’ (1984) no son solo álbumes; son manuales de supervivencia urbana. Himnos como «Tiempos nuevos, tiempos salvajes», «Soy un macarra» o «Destruye» trascendieron generaciones, convirtiéndose en la banda sonora de quienes nunca encajaron en lo políticamente correcto.
Su técnica como guitarrista, a menudo eclipsada por su imponente personalidad y sus polémicas declaraciones, era exquisita. Jorge era un erudito del instrumento, capaz de transitar del punk más visceral al blues más elegante con una facilidad pasmosa.
»La muerte es una amante fiel»
Jorge Martínez solía coquetear con la idea de la muerte en sus letras, mirándola a los ojos con esa mueca de desdén tan suya. Hoy, esa Señora de la Guadaña a la que tantas veces retó, se lo ha llevado. Nos deja una discografía impecable y el recuerdo de una figura irrepetible que vivió bajo una única ley: la suya propia.
Desde Rockpress, nos unimos al luto del rock nacional. Descansa en paz, Jorge.
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