Hay bandas que se limitan a publicar canciones y hay otras que, de vez en cuando, deciden lanzar manifiestos sonoros. Lo que acaba de caer en nuestras manos es precisamente lo segundo. Bajo el título de «El Predicador», el tercer adelanto del esperado álbum que verá la luz a principios de 2026, la banda nos propone un viaje de ida (y quizás sin vuelta) hacia los rincones más oscuros de la fe y el sonido eléctrico.
Un puente entre el fango y el futuro
Si algo queda claro tras la primera escucha es que el grupo no tiene miedo a mirar por el retrovisor, pero siempre con el pie a fondo en el acelerador de la vanguardia. «El Predicador» bebe directamente de las fuentes del rock más clásico —ese que huele a valvular caliente y a cuero gastado—, pero lo hace bajo un filtro de producción que lo sitúa de lleno en la urgencia sonora de este 2025. Es un ejercicio de equilibrismo impecable: sonar a raíces sin oler a naftalina.
Estética de Serie B: Entre el polvo y la sangre
Para la puesta en escena visual, la banda ha reclutado al cineasta Adriano Giotti, quien ha sabido capturar una atmósfera que bascula entre el delirio visual de Rob Zombie y el «tex-mex» sucio de Robert Rodriguez.
El videoclip no es solo un acompañamiento; es una pieza de cine de culto condensada en pocos minutos. Una misa maldita, un predicador que parece haber perdido el norte y una banda que actúa como el coro griego de una tragedia que se desarrolla entre sombras. Es sucio, es visceral y, sobre todo, es coherente con el imaginario que nos están empezando a dibujar.
La teología del vacío
Pero más allá de la potencia de los riffs y la estética pulp, lo que realmente muerde en este lanzamiento es su carga lírica. «El Predicador» mete el dedo en la llaga de una de las obsesiones más antiguas de la humanidad: la búsqueda de señales en un cielo que, a menudo, solo devuelve silencio.
»Una reflexión sobre el autoengaño y la certeza de que, quizá, no haya nadie escuchando allá arriba.»
Ese vacío existencial, esa mirada hacia lo alto que se queda sin respuesta, dota a la canción de una profundidad emocional que la aleja del simple entretenimiento. Es rock con poso filosófico; es la banda sonora del hombre moderno enfrentado a sus propios fantasmas.
El veredicto
Con este tercer adelanto, la banda confirma que su próximo disco no será un lanzamiento más. Se está cocinando algo grande, oscuro y necesario. Si el 2026 va a sonar así de crudo y honesto, la espera va a ser larga.
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