El pasado 5 de julio se cumplieron 50 años del mítico festival que cambió la historia de la música en España: las “Primeras 15 horas de Música Pop Ciudad de Burgos”, celebrado el 5 de julio de 1975 en la Plaza de Toros de Burgos y bautizado por la prensa conservadora como “La invasión de la cochambre”. Aquel titular, firmado por La Voz de Castilla y reproducido por medios como ABC, denunciaba: “A Burgos le ha cambiado la cara; ahora tiene legañas”.
Aquella frase no solo pretendía ridiculizar el evento: resumía el choque cultural entre una juventud que reclamaba libertad y un régimen que ya agonizaba.
Un Woodstock ibérico bajo vigilancia
Organizado por el promotor José Luis Fernández de Córdoba y el concejal Antonio García Martín, fue el primer intento de crear en España un macrofestival al estilo Woodstock. Contó con 2.300.000 pesetas de apoyo institucional y un cartel con lo más innovador del panorama nacional:
Triana, Burning, Storm, Companyia Elèctrica Dharma, Eva Rock, Hilario Camacho o Tílburi, entre otros.
A lo largo de 15 horas seguidas de música, 4.000 jóvenes se entregaron al rock, al humo de los canutos y al espíritu de una España que se despedía del blanco y negro.
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Portada de La Voz de Castilla en su edición del sábado 5 de julio de 1975
Guitarras, porros y secretas
Los asistentes llegaron desde toda España en buses, coches destartalados o haciendo dedo. Muchos acamparon junto al río Arlanzón. El ambiente era de camaradería y rebelión. Las “secretas” vigilaban entre el público, y la Ley de Vagos y Maleantes aún estaba en vigor.
Johnny Burning recuerda: “Era muy normal que te la aplicasen por llevar el pelo largo”.
Improvisación técnica, emoción histórica
El sonido fue deficiente. Algunos grupos sonaban apenas audibles. La iluminación era limitada. Pero lo importante era estar allí: marcar una posición. “Nosotros hicimos un concierto incendiario”, recordaba Johnny en una reciente entrevista.
El disco recopilatorio Viva el rollo recogería más tarde parte del espíritu del festival.
Un legado que perdura
Aunque no fue rentable y recibió duras críticas de la prensa oficialista, el festival marcó un punto de no retorno. Fue la semilla de una cultura de festivales que hoy es clave para entender el rock en España.
En 2010 se celebró un homenaje titulado “Vuelve la Cochambre”, con Miguel Ríos, Ojos de Brujo o Burning. Hoy, medio siglo después, la escena musical mira con orgullo a aquel evento fundacional.
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